La mansión azul


Si hablamos de lugares que te hacen especialmente retroceder al pasado esta casa es uno de ellos. Llena, absolutamente llena de fotos, cartas, libros… todo datado del siglo pasado, curiosear por cualquier rincón era encontrarte con sorpresas y objetos de otra época. Como bien se aprecia en todo el mobiliario la vivienda pertenecía a una familia acomodada de la época. La verdad es que entre tanta foto y escritos es difícil averiguar a quien pertenecía, pero seguro que varias generaciones han pasado por aquí. Desde luego había una gran cantidad de habitaciones con una y dos camas.
La vivienda se distribuye en tres pisos, los dos primeros con grandes salones y habitaciones y el sótano con más habitaciones ya más pequeñas. Además de la cantidad de objetos que había por todos lados, las paredes azules desgastadas le dan el encanto especial al decorado de la casa, de ahí uno de los muchos títulos que se le podría poner a este lugar. El reportaje igual se hace corto con respecto a lo que ofrecía la casa, podría estar un día entero alucinando y sacando fotos a todos esos detalles, pero el día había que aprovecharlo y había mucho que explorar. Espero que pueda volver y seguir captando todos esas sensaciones que ofrece esta cápsula del tiempo, con tantas historias que contar y en donde ahora solo habita el tiempo.








































La casita del picudo


Esta es quizás la casa más pequeña y simple en la que he entrado. Dos habitaciones básicas, un saloncito, la cocina y un minibaño forman la vivienda de 60 m2. Por lo menos tiene un jardín espacioso, donde ahora yacen las hojas muertas de dos palmeras que hay en la entrada de la casa, afectadas por el dichoso picudo.
Una plaga en expansión que está acabando con todas las palmeras de la zona, muy común verlo ahora en lugares abandonados. El picudo rojo es un escarabajo originario del sudoeste asiático que comenzó su expansión por la Península en 1993 debido a la introducción de palmeras ornamentales infestadas desde el norte de África. Colonizan las palmeras devorando el interior del tronco hasta debilitar y provocar la muerte del árbol. En este caso las palmeras ya estaban debilitadas debido a su falta de mantenimiento, lo que provocó el asentamiento del picudo allá por 2016.
Como veis, bastó apenas un año para ver las palmeras en total devastación. Me desvío!
Esta casita fue abandonada en 2009 según el típico calendario de la cocina, y desde ese año no parece haber entrado nadie, o por lo menos así lo indicaban las numerosas telas de araña que colgaban de todos lados. Sin embargo, la simpleza y lo inalterado que estaba todo merecía un reportaje.




















Así lucían las palmeras en 2015, casi cubrían el tejado de la casa. En cuanto el picudo empezó a instalarse en la copa de la palmera, las hojas empezaron a caer sobre el tejado. Por precaución la maleza fue recogida y hoy en día se encuentra amontonada en la finca para ser quemada.